
Manuel Rebollar Martínez, un histórico director de grandes bandas de música
Si algo distinguió tradicionalmente a Ortigueira en el ámbito cultural fueron sus famosas bandas de música y su teatro de aficionados. Y pese a que la legendaria música ortegana sigue viva en la Banda Municipal de Música de Ortigueira, ni de una ni de otra representación popular se han realizado unas dignas historias que pongan de relieve sus muchos méritos. No recordar a estas grandes leyendas supone olvidar la grandeza de sus músicos y de sus artistas, los buenos momentos pasados con sus públicos y, por qué no, sus anécdotas.
Todo ello supone dejar desaparecer la memoria histórica vivida por toda una colectividad en sus fiestas y en sus momentos lúdicos.
Uno de los más insignes músicos y directores de banda de Ortigueira ha sido Manuel Rebollar Martínez. Tan grande ha sido su figura en su tiempo que todavía hoy se le recuerda en algunos de los lugares en los que ha dirigido sus bandas como Ortigueira, Cee o Cuntis. Sin embargo, su biografía es difícil de reconstruir con los pocos datos que constan en los periódicos de la época y en algunos libros que se refieren a su persona. Por ello, lo que sigue a continuación más que una biografía propiamente dicha deberíamos llamarla esbozo biográfico, que deberá ser completado con los datos aportados por aquellos que lo pudieron conocer o que guardan algunos recuerdos de su vida y su obra.
Según nos recuerda José Antonio Suárez Aneiros en su libro A música popular en Cedeira e no seu contorno, fue Manuel Fernández, un vecino de San Román de Montoxo, el que inició la tradición de las bandas en el ayuntamiento de Ortigueira. Este músico se estableció en la parroquia de San Adrián de Veiga, y en 1868 creó allí una banda que va a ser conocida como la Banda de Presa, por el nombre del lugar de donde él era natural. En esta pequeña agrupación, compuesta por gentes poco doctas en la música pero con unas ganas inmensas de aprender, había un hombre que destacaba sobre los demás por ser un gran intérprete del cornetín y de la trompeta. Se llamaba Vicente Rebollar. Cuando el maestro de los primeros músicos orteganos dejó la banda, Vicente se encargó de dirigirla, iniciando así una pequeña saga familiar de músicos que llegará a su esplendor con su hijo Manuel.
Manuel Rebollar, además de recibir muchas clases prácticas en algunos instrumentos, había completado su formación con una verdadera educación teórica. Sus habilidades instrumentales las completaba con un fino oído para poder calibrar las armonías orquestales.
La segunda y tercera década del siglo XX, Manuel dirigirá muchas de las agrupaciones musicales que se formarán en toda la Comarca. Así, además de hacerse cargo de la banda de su padre cuando este se retiró a mediados de los años diez, dirigirá el Orfeón y la Rondalla del Centro Artístico Ortigueirés y el Coro Parroquial de Ortigueira.
Su calidad para liderar grupos musicales le permitió acceder, más adelante, al Cuerpo de Directores Civiles mediante oposición. Este cuerpo exclusivo que había nacido a partir de la agrupación de los antiguos alumnos formados en las únicas academias existentes en los primeros años de las bandas, las bandas militares, habían sido los que posteriormente crearon las bandas populares, y, en un último paso, las transformaron en bandas municipales.
Este ya extinguido Cuerpo de Directores Civiles distinguía con su ingreso a los mejores maestros en la dirección de bandas, y era toda una carta de recomendación para sus miembros ante cualquiera que quisiera contratar sus servicios.
Durante los más de veinte años que Manuel Rebollar estuvo al frente de las diferentes agrupaciones musicales de la comarca ortegana también tuvo tiempo para componer algunas partituras, entre las que se pueden citar Terra dourada o Por la calle.
La banda competidora más directa por aquellos años era la de Manuel Garrote Sánchez. Éste era también hijo de otro músico, José María Garrote. Su padre había aprendido los compases musicales con el maestro militar Arana durante sus años de servicio en el Ejército. Tras finalizar su entrenamiento militar se había trasladado a Landoi desde A Pasada, un lugar perteneciente a la misma parroquia de su rival, San Román de Montoxo. Tras fundar una banda con un pequeño grupo de vecinos en 1886, será relevado en sus funciones de director por su hijo en 1901, al que más tarde dará la alternativa el nieto del fundador, Andrés Garrote Armada, encadenando así todo un siglo de éxitos en la dirección de una banda que se ha convertido en leyenda entre los ortigueireses.
La continuación de este acerbo familiar se culminará con Xavier Garrote y la creación de una banda alternativa, la Escola de Gaitas de Ortigueira, que hoy pasea el nombre de su localidad natal como un estandarte por todo el mundo.
La Banda de Rebollar era contratada por todas las comisiones que querían asegurarse las mejores fiestas ya antes de su inicio, lo que además suponía todo un orgullo para los que sabían de sus grandes méritos. Es normal ver en las publicaciones de la época textos exaltando sus excelentes cualidades. Así, por ejemplo, el 30 de junio de 1925, el semanario Nueva Cedeira aludía a las fiestas de los Remedios de Feás proclamando que “fueron amenizadas por las importantes bandas que dirijen (sic) los maestros Rebollar y Garrote (D. Manuel), los cuales como siempre estuvieron a gran altura”.
La estructura de la nueva banda superó con creces las habilidades directivas de Sacristías por lo que se hizo imprescindible que se contratase a un nuevo director. Las miradas de todos se dirigieron hacia el profesor de música del Instituto Fernando Blanco, Jesús García, que aceptó el puesto. Durante el bienio 1925-1927 fue responsable de una banda que estaba formada por 25 músicos, que ensayaban en el corredor del propio instituto, pero al cabo de este periodo el profesor presentó su dimisión.
musicales. El tribunal tuvo muy en cuenta no sólo el buen currículo que avalaba al candidato ortegano sino también su fino oído y sus buenas aptitudes como director.
Los alumnos del maestro Rebollar tomaban sus clases en una de las aulas que se había habilitado en el instituto, la sala dedicada hasta entonces a la educación física de los chicos, en donde también procedían a realizar sus ensayos con los instrumentos.
Como no podía ser de otro modo, las clases se impartían todos los días de 7 a 9 de la tarde, tras unas duras jornadas laborales, pero éstas se convertían en un momento de relajación para todos al poder practicar aquello que más les gustaba: la música.
La actividad de la banda empezó a declinar con la Guerra Civil, y, ya en 1939–1940, el gobierno municipal decidió cesar a su director. La extinción del contrato no amilanó al maestro Rebollar, que permaneció en su puesto a pesar de no obtener ningún tipo de remuneración. Su perseverancia y obstinación eran proverbiales entre sus vecinos. En el libro de Cores Trasmonte Historia de Cee se comenta que: “Non era D. Manuel Rebollar Martínez fácil de dobregar, por malos ventos que correran contra da súa propia subsistencia. Era unha persoa moi activa, xenerosa ata máis non poder, integrada no pobo coma ninguén, dotado dun gran prestixio profesional e persoal”.
Además, como los instrumentos eran propiedad de los músicos y de la comisión gestora de la banda, los ensayos pudieron continuar, aunque, para ello, los músicos debieron trasladarse a la casa de uno de sus miembros, al clausurarles el alcalde el local escolar. Desde entonces, la presión sobre la persona del director empezó a hacerse bastante evidente, quien, para mantenerse, debió conseguir algunos empleos remunerados, bien haciendo contratos de compraventa, bien componiendo partituras. Esta situación fue tan incómoda, que al final decidió volver a su tierra.

Suárez Sandomingo, José Manuel